MICROECONOMIA Y CONSULTAS ESPECIALIZADAS

14 de agosto de 2008




JOHN MYNARD KEYNES

(1883-1946)












Con John Maynard Keynes (1883-1946) aparece la respuesta del siglo XX, a las grandes figuras que habían dado forma y dirección a la ciencia económica durante los siglos XVIII y XIX. Su trabajo ha sido ampliamente criticado pero su influencia se dejó sentir muy pronto, proporcionó respuesta a las cuestiones candentes de la época que la economía política convencional dejaba en gran parte sin resolver. En los libros de texto escritos en la década de 1930 no se encuentra un tratamiento sistemático de la macro que trate de la determinación de los grandes agregados de la renta y el empleo. En los textos de 20 años después, este tratamiento ocupa un lugar destacado junto al de la microeconomía, la teoría monetaria, la política pública, tributación, los gastos del gobierno y el comercio internacional y las finanzas. Su influencia no se limitó a los países de habla inglesa, sino que se extendió por todo el mundo no comunista, más, por los países muy desarrollados que se enfrentaban a problemas similares de estabilización económica. Pero también por los países subdesarrollados en tanto en cuanto se iban preocupando por el comportamiento de sus rentas dentro del marco del crecimiento económico. Aunque la teoría del crecimiento es muy poskeynesiana, procede del modelo de pensamiento macro relacionado con Keynes.
Keynes realizó su obra él solo, su pensamiento era algo más que una extensión lógica del legado científico del pasado y proporcionó soluciones para las necesidades de aquella época, en mayor medida de los que podría decirse al respecto, en cuanto a los que realizaron la revolución marginalista.
Bertrand Russel influyó sobre el primer trabajo de Keynes sobre la teoría de la probabilidad y la filosofía de George Moore influyó en su forma de vida y en una actitud no conformista en cuanto a desafiar a las doctrinas aceptadas y a los convencionalismos. Con relación a su economía política, estuvo en su primera fase moldeada por Marshall y Pigou. La ruptura posterior de Keynes con el pensamiento de sus primeros maestros, significó también una ruptura con la actitud reverente de Marshall hacia la corriente principal de la tradición de la economía política inglesa. Mientras Marshall había contemplado con reverencia a Ricardo y a Mill y había intentado vincular su propio pensamiento con el de ambos, Keynes admitía la afinidad de sus propias ideas con las de los "Principios de economía política" de Malthus y con las de otros escritos no ortodoxos que ponían en duda la suficiencia de la demanda. La esencia del pensamiento de Keynes difiere de la de Ricardo, pero existe una similitud en cuanto a sus realizaciones intelectuales, ya que ambos construyeron una imponente estructura de pensamiento que, aunque abstracta y general, respondía a las condiciones de su época; ambos pensamientos estaban destinados a influir en la política de una forma que afectaría a la suerte de su propio país, por no decir a la del mundo, y estaban construidos mediante unas pocas variables que integraban las distintas partes del edificio.
Todos los escritos importantes de Keynes sobre economía estuvieron instigados por los problemas económicos de su época y fueron como intentos de desarrollar principios generales, de los que deducir soluciones para dichos problemas. Su primer libro Moneda india y finanzas de 1913, contiene un análisis del patrón monetario conocido en el nombre de gold-excange standard (patrón oro de cambio), bajo el que todos los países fijan su moneda con respecto a un país que siga el patrón oro. De este trabajo procede el interés de Keynes por la economía monetaria, que le duró toda su vida. El gran conocimiento que tenía del patrón oro de cambio, le colocó en una posición privilegiada cuando empezó a utilizarse este, ampliamente, en la década de 1920.
"Tratado sobre la reforma monetaria"
Obra escrita en 1923, en el período de entreguerras, tras los desórdenes monetarios que la I Guerra había dejado detrás de sí, contiene un ataque contra un objetivo, rompe con la larga tradición que consideraba como algo evidente por sí mismo la deseabilidad del patrón oro. En su opinión, las condiciones que habían apoyado al patrón oro en el siglo XIX había sufrido profundos cambios. Por otra parte, ensalzó el ideal de los precios estables, no siempre compatible con unas tasas de cambio también estables. Si hubiera que escoger entre unos precios estables y unas tasas de cambio estables, Keynes habría preferido los primeros. Señaló que un país que se somete a la disciplina del patrón oro compromete su libertad para seguir una política interior independiente. Si hay inflación en otro lugar cualquiera, y especialmente en una nación importante, ello será causa de que aquel país aumente su oro y de que la inflación se extienda también dentro de sus fronteras; la deflación en otro lugar del mundo, tendría los efectos opuestos. Las autoridades monetarias siguen de hecho, bajo el patrón oro, políticas que apoyan las operaciones de éste o que evitan algunas de sus consecuencias. Es decir, que el patrón oro no es automático, sino que requiere que se le dirija, es decir, que le ocurre lo mismo que si se llevara a cabo una política de dinero dirigido bajo la cual a las tasas de cambio les estaría permitido variar más libremente que si estuvieran adheridas al oro. Keynes publicó en aquella época un folleto, El fin del "Laissez Faire", que elevaba el debate a un más alto nivel y que ponía de manifiesto la necesidad de administrar y controlar la economía.
"Tratado sobre el dinero"
Obra en dos volúmenes que aparecieron en 1930. Contiene una exposición detallada de la teoría y de la política monetaria, su impacto fue limitado debido a que fue eclipsada por su Teoría general de 1936. La posterior dirección del pensamiento de Keynes está indicado por su actitud crítica frente a la teoría cuantitativa del dinero y la de los saldos en efectivo y por su apoyo a las teorías que estudian dicho tema desde el punto de vista de la renta. Para desarrollar una teoría de los precios y sin olvidar el tipo de interés, tomó como punto de partida, no la cantidad de dinero, sino el movimiento de las rentas monetarias ganadas por la producción de bienes de consumo y de bienes de capital y gastadas en el consumo y la inversión. En esta obra, Keynes intenta analizar la relación ahorro-inversión, relación que reaparecería, en forma diferente, en la Teoría general. Las aportaciones del Tratado son:
El análisis de los motivos para retener dinero,
La preferencia relativa del público por mantener sus haberes en una forma más o menos líquida, y
Los beneficios anticipados del nuevo capital.
Estas ideas alcanzaron plena madurez en la Teoría general, en la que la primera aparece con el título de clasificación de los motivos para conservar el dinero, la segunda, con el de preferencia por la liquidez y la tercera con el de eficacia marginal del capital. El Tratado no considera la función de consumo. Arroja luz sobre las relaciones existentes entre el dinero, los precios y los tipos de interés, pero no contiene una teoría de la determinación de la renta nacional, que sí se encuentra en la Teoría general. En esta obra, Keynes realiza una síntesis del Tratado y unía este análisis dentro del marco de una teoría de la producción.
En diferentes contextos, renueva su petición de dirección y control, y amplía la idea al campo internacional al proponer que se instaure una autoridad monetaria supranacional de un tipo similar a la organización creada en Bretton Woods 25 años más tarde. Reitera lo expresado en anteriores artículos periódicos, acerca de las indeseables consecuencias del movimiento incontrolado de capital a través de las fronteras internacionales. Señala que las inversiones en el extranjero se hacen como consecuencia de los que los tipos de interés sean más altos en el exterior. Pueden no conducir a ajustes en forma de mayores exportaciones de mercancías, debido a que el movimiento de éstas refleja disparidades más bien en cuanto a costes, que en cuanto a tipos de interés. Las inversiones en el exterior pueden ser causa de que suban los tipos de interés en el interior, pueden frustrar la reducción del desempleo en el interior y pueden requerir el asumir riesgos no garantizados. A fin de evitar la desviación de fondos de la inversión en el interior al exterior, Keynes sugiere condiciones diferentes para ambas, un subsidio en el primer caso y un impuesto en el segundo. Durante la década de 1930, se volvió también aprensivo respecto a los efectos del libre comercio sobre un país como Inglaterra que difícilmente equilibraba la balanza de pagos ya que sus importaciones superaban en gran medida a las exportaciones. Sugirió que en lugar de permitir verse forzada a una deflación o a una disminución de los salarios, debería llevar a cabo una política de protección mediante tarifas. En un artículo publicado en 1933 va más lejos, indicando que una política de mayor autosuficiencia y aislamiento económico podría reducir los costes de ajuste intolerables en caso contrario.
Entre las grandes figuras del pasado Keynes destaca a Malthus y a Jevons. Son los que más dejaron sentir su influencia sobre el trabajo de Keynes y con los que sus doctrinas o métodos estuvieron más hermanados.

"La teoría general"
La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, fue la obra cumbre de Keynes, publicada en 1936. La reacción inicial a este trabajo no fue universalmente favorable, pero gran parte de la esencia de su pensamiento pasó pronto a formar parte de la doctrina económica normalmente aceptada. Durante la II Guerra, publicó un pequeño tratado titulado Cómo pagar la guerra en 1940, en el que desarrolló el concepto del "bache inflacionista" propuso préstamos forzosos, unas veces descritos como ahorros forzosos y otras como pagos diferidos para financiar la guerra. Posteriormente representó a Inglaterra en la conferencia de Bretton Woods en 1944, en la que se debatió el proyecto de creación del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial y también en otras negociaciones internacionales. Abogó por una organización financiera internacional con importantes posibilidades de expansión monetaria. Su plan no fue adoptado en aquel momento pero sí llegó a realizarse parcialmente más tarde.
El capitalismo libera de la época moderna, que Smith había anunciado, cuya victoria había sido proclamada por Ricardo y que Marx había intentado destruir, fue transformado por Keynes. Cuando publicó esta obra el mundo estaba sufriendo todavía el masivo desempleo de la gran depresión. La desesperanza se extendía respecto a un orden económico que dejaba a tantos hombres sin trabajo. La economía política convencional aconsejaba nuevas deflaciones, bajas de salarios y restricciones presupuestarias, pero todos estos remedios demostraban no hacer sino agravar la enfermedad, en lugar de aliviarla. Se oían voces que anunciaban el derrumbamiento del capitalismo y que proclamaban el cumplimiento de las predicciones de Marx. Keynes indicó el camino para una solución diferente y su trabajo proporcionó un marco teórico que contenía tanto un diagnóstico de las enfermedades económicas principales de la época, como sugerencias para su curación. Su pensamiento fue conquistando gradualmente la opinión económica y, bajo su influencia, el pleno empleo se convirtió en un objetivo que fue explícitamente apoyado por los gobernantes de muchos países y buscado mediante las políticas propuestas por él. En las décadas que siguieron a la II Guerra, las depresiones se convirtieron en los países muy desarrollados en suaves y cortas recesiones, transformación que muchos observadores han atribuido a la efectividad de la economía keynesiana.
En la evolución del pensamiento de Keynes las ideas expresadas en la teoría general representan un desplazamiento desde la estabilización de los precios como objetivo de la política pública, a la estabilización de la renta y del empleo a altos niveles. La esencia de esta obra se puede resumir así: La renta nacional es igual a la suma de los gastos de consumo e inversión. Una renta nacional de subempleo indica que los gastos son deficientes. Entre los gastos de consumo e inversión, los de consumo son más pasivos y tienden a variar como respuesta a las variaciones de la renta. Las variaciones de la renta están originadas por las variaciones de la inversión, a las que reflejan en forma ampliada. El gasto de inversión está determinado por la relación existente entre la tasa de retribución de la inversión esperada y el tipo de interés. El tipo de interés refleja la preferencia del público por mantener parte de sus haberes en forma líquida. El gasto deficiente, es decir, insuficiente para generar el pleno empleo, puede ser aumentado mediante el estímulo del consumo y de la inversión. La inversión privada puede ser complementada mediante la inversión pública, o sea, por el gasto compensatorio de las autoridades públicas, que dará por resultado una "economía compensatoria" y la socialización parcial de la inversión.
Keynes construyó esta teoría con la ayuda de un instrumento analítico:
En primer lugar, la función de consumo o propensión al consumo, es decir, la relación funcional entre el consumo y la renta. Formulado en forma media o marginal y tiene su contraparte en la propensión al ahorro, siendo la suma de ambas propensiones igual a la renta o unidad. La relación entre el consumo y la renta se supone bastante estable, y no fija, y ello facilita las predicciones acerca de las cantidades que los consumidores desembolsarán de las diferentes e hipotéticas rentas.
En segundo lugar, el multiplicador, inversamente relacionado con el ahorro, y definido como el inverso de la propensión marginal al ahorro, el cual indica la forma que una variación de la inversión origina una variación múltiple del gasto de consumo y, por lo tanto, de la renta. Para una propensión al consumo determinada, el multiplicador hacía posible calcular las variaciones de la renta producidas por las variaciones de la inversión.
El tercer elemento del instrumento analítico de Keynes es la relación entre el ahorro y la inversión, considerada nuevamente en la Teoría general. En el tratado el ahorro y la inversión son considerados como desiguales, en ésta son descritos como iguales por definición, al ser descritos ambos cono la diferencia existente entre la renta y el consumo durante el mismo período. Sin afectar a la esencia del argumento de Keynes, muchos intérpretes de su pensamiento prefieren, sin embargo, una diferente formulación, en la que se distingue entre el ahorro ex- ante o planeado y el ahorro ex-post o realizado. En esta interpretación, mientras el ahorro expost es definido, al igual que la inversión, como la diferencia entre la renta y el consumo del mismo período, con lo que el ahorro y la inversión son por definición iguales entre sí, el ahorro exante es considerado como la diferencia entre el consumo de un período y la renta del período precedente. El ahorro ex- ante puede ser menor o mayor que la inversión; en el primer caso, la renta y el ahorro se elevarán consiguientemente durante los períodos siguientes hasta que el ahorro ex -ante, el ahorro ex-post y la inversión sean iguales entre sí cuando se alcance la renta de equilibrio. En el segundo caso, la renta, y con ella el ahorro, bajarán durante los períodos siguientes hasta que hayan descendido hasta el nivel de equilibrio.
La cuarta parte del instrumento analítico de Keynes lo constituye el incentivo a invertir, que refleja las variaciones de la eficacia marginal del capital o tasa de rendimiento esperada de las diferentes sumas de inversión, y el tipo de interés. Este análisis adjudica un lugar prominente al papel representado por las expectativas y subraya el carácter volatil de las inversiones, cuyas fluctuaciones afectarán a su vez, a la renta. Coordina la decisión de inversión con el cuerpo central de la teoría microeconómica al interpretar dicha decisión en función del principio de maximización. Si disminuyen los rendimientos marginales esperados, conforme aumentan las sumas dedicadas ala hipotética inversión, los rendimientos serán maximizados mediante un gasto de inversión cuya tasa marginal de rendimientos sea igual al tipo de interés. Si se realizan gastos mayores, el coste será superior a los rendimientos y si son menores los inversionistas no agotarán las oportunidades para conseguir rendimientos por encima del coste.
Keynes se adhiere a la teoría de la preferencia por la liquidez para interpretar el interés, teoría monetaria que explica el fenómeno en función del dinero, a diferencia de las teorías "reales", como la teoría de la preferencia de tiempo o la teoría del interés-productividad. Desde aquel punto de vista, el tipo de interés está relacionado funcionalmente con la cantidad de dinero en efectivo que el público desea retener disminuyendo los tipos de interés conforme suben los supuestos saldos en efectivo. La función de preferencia por la liquidez refleja los diversos motivos para retener dinero en efectivo: motivos de especulación inducen a los hombres a preferir el dinero en metálico a los valores cuando, en contraste con la opinión reinante en el mercado, esperan que los precios de los valores vayan a bajar o, lo que es lo mismo, que el tipo de interés vaya a subir. Las autoridades monetarias, al dotar al público de mayores saldos en efectivo, pueden hacer que el tipo de interés descienda, estimulando con ello un mayor volumen de inversión. La trampa de la liquidez, pone un límite a esta oportunidad porque una vez que el tipo de interés ha llegado a un nivel muy bajo, el posterior aumento de los saldos en efectivo no podrá ya seguir haciéndolo bajar. A este bajo nivel, los poseedores de valores creerán que lo único que puede esperarse es un aumento de los tipos de interés o una disminución de los precios de los valores, y estarán por ello, dispuestos a vender valores a las autoridades monetarias a los precios reinantes, a fin de mantener el tipo de interés como está. Por lo tanto, la pretensión de enfrentarse a una depresión mediante una política puramente monetaria puede resultar un fracaso y deberá recurrirse a la política fiscal.: obras públicas o reducciones de impuestos.


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